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Foto vía @Atlante

Desde que en la temporada 91-92 se decidió eliminar el descenso por puntos al año y se tomó el sistema de porcentaje de seis torneos o tres años, se cocinó en la alta esfera del futbol mexicano el fortalecimiento económico de ciertos equipos y la prolongada agonía de la categoría de plata.

La Liga de Ascenso parte desde la desigualdad, pues para acceder a la Primera División los equipos deben cumplir con 56 puntos en una auditoría donde destacan tener representativo femenil, categorías sub 13, 15, 17 y 20, estadio con aforo mínimo de 20 mil aficionados y poder comprobar el origen y transparencia de los recursos económicos.

Hace dos años 18 equipos conformaban el ascenso, hoy solo son 12 que cumplen con los requisitos impuestos por la FMF y al menos en tres casos, son plazas administradas por grupos que ya tienen equipos de Primera División.

¿Entonces por qué eliminar el descenso y ascenso?

Las razones de la FMF son fortalecer la segunda categoría y convertirla en una liga formadora de talentos, que poco a poco los equipos del ascenso inviertan en infraestructura y al cabo de cinco años, según la propuesta, retomar el sistema de ascenso y descenso con equipos más competitivos económicamente.

Es bien sabido que el ascenso en muchos casos solo llevaba a la quiebra a grupos de empresarios que no podían sostener el flujo económico de la Primera División, aunado a lo complicado e injusto que resulta el sistema de porcentaje para los equipos que conseguían su lugar en la máxima categoría.

El sube y baja se convirtió en una constante, ‘equipos desechables’ que no representaban mayor riesgo a las inversiones de los poderosos del futbol, esos que mueven los reglamentos a su antojo y que han hecho del descenso en México uno de los capítulos mas turbios que existen.

El gran negocio del descenso

Ejemplos hay de sobra, como el pago de la nombrada ‘promoción’ que tuvo que ser propuesta, aprobada y aplicada de emergencia para salvar al Atlante propiedad entonces de Alejandro Burillo Azcárraga, un socio comercial muy importante de la Federación Mexicana.

Eso pasó hace 19 años, la Federación justificó el pago de 5 millones de dólares para inversión en el ascenso, pero como les liquidaron en especie, no con efectivo, desde entonces el Centro Pegaso, que era propiedad del Atlante, forma parte del patrimonio de la FMF.

Hoy la tarifa es de seis millones de dólares a veces con impuestos a veces sin ellos como ya les sucedió a Veracruz y Lobos BUAP.

Los intereses económicos de los dueños del futbol en México siempre han estado por encima de los intereses deportivos, pues ligas de élite como la española o la italiana mantienen el descenso y ascenso porque es un sistema justo de competencia.

La Federación dice que el premio para el campeón de la categoría de plata será de 30 millones de pesos, poco más de 1.5 millones de dólares, que les permitirá a los equipos fortalecerse y re invertir en su infraestructura, pero ¿y el aficionado?

El costo del aficionado

Con qué ilusión va a ir un aficionado al estadio si sabe que no podrá acceder al máximo premio, orgullo y satisfacción que le da a una plaza de segunda división, el ascenso a Primera.

El aficionado pasa a segundo término, lo utilizan, se aprovechan de él, de su nobleza, de su pasión. Pero, ¿qué equipo va a sobrevivir, va a poder pagar su nómina, sin entradas en los estadios, sin la venta de cerveza, sin la venta de camisetas?

La propuesta de ampliar la liga a 24 equipos y eliminar la segunda división es igual de ‘vende humo’ como lo fue la del sistema de porcentaje. No va a permitir el desarrollo deportivo de nada, más que el de los bolsillos de los grandes grupos de empresarios que controlan el futbol mexicano y se mueven tras los mejores intereses económicos.

¿Y por qué en la Premier League y la MLS funciona?

Si quieren copiar lo que hacen otras ligas como la Premier League, la MLS o la liga Argentina, copien lo mejor de ellas no lo que les convenga.

Cierto que en Inglaterra y Estados Unidos no hay descenso y funciona, empodera a los equipos y sus inversionistas, pero también es cierto que las reglas de patrocinios y sobre todo, de venta de derechos televisivos, funciona con justicia y en igualdad de condiciones para todos los equipos y no a los caprichos de la televisión que increíblemente en México, también forma parte de los dueños del futbol.

La propuesta en México solo fomentará la mediocridad de una liga que poco a poco pierde posiciones a nivel mundial, su prestigio va en decremento, carece de difusión y ha estancado al futbol mexicano por 34 años, pues El Tri no clasifica al quinto partido en mundiales desde 1986 y jugó en casa.